Ubicación: Av. 12 de Octubre 1076 Y Roca
Horario de atención: Lunes a Viernes: 08:00 a 13:00 /
14:00 a 16:00
Costo de las entradas: Adultos 0,60 Niños 0,40
El
Museo Jacinto Jijón y Caamaño se encuentra ubicado en el primer piso de la
Biblioteca de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (Quito). Su
sección arqueológica ofrece una vitrina considerablemente representativa de la
época precolombina en el país, a través de la exhibición de la colección creada
por Jacinto Jijón y Caamaño (1890-1950), la cual fue donada a la PUCE por su
esposa en 1963. Por consiguiente, a más de conformar un recorrido del Ecuador
prehispánico, el fondo arqueológico del museo de la católica esboza además el
perfil de un personaje considerado como el pionero, o quizá, el fundador, de la
arqueología nacional, siguiendo los pasos de su maestro, el Padre González
Suárez, creador de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos.
El
fondo arqueológico conformado por Jijón fue exhibido por vez primera en 1950,
fecha en que su creador fundó su Museo de Antigüedades y de Arte Ecuatoriano en
la mansión de la Circasiana, construida por don Manuel Jijón Larrea. Joya del
patrimonio arquitectónico y artísitco quiteño, la Circasiana fue transformada
por Jijón en sede de su "Gran Biblioteca Americanista", así como de
su laboratorio. En la actualidad, alberga las oficinas del INPC y del Archivo
Municipal Histórico.
Cada
tema de la exhibición cuenta con paneles explicativos y mapas referentes a las
piezas que les son asociadas. Así, cada cultura consta de una presentación
referente a sus prácticas agrícolas, artesanales (alfarería, metalurgia),
funerarias, políticas y religiosas. Cabe resaltar que el museo posee además
especímenes únicos de las famosas sillas manteñas. Por otro lado, las piezas de
la cultura Napo fueron añadidas posteriormente al fondo original de Jijón, ya
que este último no investigó en la región amazónica.
A nivel museográfico,
subrayaremos que, de manera general, tanto la calidad del guión como la
presentación de las piezas orientan de forma eficiente al visitante, sea o no
éste profesional. Quizá una mejor iluminación en ciertas vitrinas, la
traducción de los paneles o la colocación de rótulos descriptivos en las piezas
contribuirían a mejorar la organización ya considerablemente didáctica de esta
exposición, la cual logra con todo éxito no sólo presentar una colección
arqueológica en particular, sino también, dar a conocer la labor fundadora de
su creador, la cual ameritaría una mayor difusión.
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